Rómulo Celdrán

To talk about the work of Rómulo Celdrán (Las Palmas de Gran Canaria, 1973) is to talk about someone who has the skill, intelligence and sensitivity that differ considerably from what one perceives to a considerable extent in the production of young artists, which tends to be exhibitionist, crude, arbitrary and avid. With the same simplicity that he lives his life, Rómulo Celdrán is enormously successful in his profession and has created a personal proposal that contributes to an in-depth reflection on the nature of art and its illusion.

Rómulo Celdrán works with discipline and diligence, but his production is, despite the number of years he has been working, scant. He dedicates many months of work to many of his pieces¹, although he is probably working on several at the same time. This is, for him, the only way to work. To date, he has employed a number of different technical procedures: painting, drawing, lithography (to a lesser extent) and sculpture. Rómulo Celdrán’s early activities centred on painting, where he has achieved results of extraordinary naturalism in still life subjects that are today very rarely seen in cities, such as plucked dead hares and rabbits, hung in preparation for their use as food. These works, painted between 1997 and 1998, display virtuoso execution but little else, a fact that may justify his assertion that he does not identify with them.

In drawing, Rómulo Celdrán focuses on a kind of suburban documentalism, the contrast and clarity of which remind the viewer (even before the artist was familiar with this referent) of black and white photographs redolent of, for example, the influential German husband and wife team Bernd and Hilla Becher, in terms of their architectonic typologies of contemporary industrial landscape. Even close-up, the viewer who knows that he is looking at graphite drawings on paper or wood rather than a photo, cannot but doubt that this is so. We have observed this to be the case, even, amongst artist friends, who have always been taken in. In this sense, as an example, we have included a sample of this series of works (Inside I.2005, pencil on wood, 125 x 85 cm).

But it is perhaps in sculpture that Rómulo Celdrán has produced his most impressive work. His experience and command as an artist have enabled him to successfully use colour in his sculptures, while the extraordinary extent to which he leaves the admiring viewer of his drawings in doubt is also present in his three-dimensional work. Rómulo Celdrán’s sculptures are sculpted from one sole block of either wood or stone. They are made up of two parts: a support that acts, in most cases, as a pedestal and clearly reveals the nature of the material used (a block of stone, a log, etc.) and, secondly, objects from day-to-day life that are presented with millimetrical exactitude and to real-life scale. All these pieces of work are named Objects, followed by a figure that catalogues the chronological order in which they were created. The surprising effect is that they manage to confuse the viewer, who thinks he is looking at works that appropriate real objects (as can be seen in the shop-window techniques of Jeff Koons or Haim Steinbach), when in fact they are presentations, the almost intolerable repetition of which, rather than amazement, produces an understanding, enthusiastic and sometimes ironic admiration² . The reader can see examples of this in the range of images that accompany these words, such as the rusty tins of engine oil (Objects IV. 2000, multicoloured sandstone, 61 x 47 x 68 cm), the coffee or tea bags that are typical of big-city establishments nowadays (Objects XXV. 2004, multicoloured apricot wood, 22 x 21 x 24 cm), or orange peel (Objects XXVII, multicoloured olive wood, 32 x 32 x 31 cm), a sculpture whose creation, between 4th April and 23rd May 2005, has been documented in a video of the same name recorded by his brother, Agustín.

Rómulo Celdrán rejects dogmatisms and is quite sure of his conviction that what really calls him to be an artist is the search for the capacity to provoke surprise in those who contemplate his work. Not content with mere virtuosity and or the search for new expressive techniques (he is currently trying out drawing with white pencils on black gessoon wood), Rómulo Celdrán has acquired a degree of mastery that appeared to be buried under the rubble among which this creator successfully finds tools to shape his affirmations.

Julio César Abad Vidal 

¹ A thorough photographic catalogue of his work to date can be found in a very recent publication on the occasion of his retrospective exhibition Rómulo Celdrán. Realidad y Magia.[Reality and Magic] Las Palmas de Gran Canaria, Fundación Mapfre Guanarteme, 2007. The bibliography on this artist is scant. The only publication prior to the above-mentioned one was published by the gallery that represents him; Rómulo Celdrán. Las Palmas de Gran Canaria, Galería Manuel Ojeda, 2003.
² His most representative work in this sense is possibly Presión I [Pressure I] (2005, multicoloured sandstone, 27 x 40 x 35 cm), also reproduced in this text. At first sight it appears to be a white shoebox that has been crushed by a stone parallelepiped. In fact, the box and stone have been sculpted from the same block. Despite the fact that the box is crushed in this representation and that the fleeting or lasting illusion of the viewer (that gives rise to the irony of the work), the box would not actually have been able to support the weight of the stone if it had really been made of cardboard.

 
Hablar de la obra de Rómulo Celdrán (Las Palmas de Gran Canaria, 1973) es hacerlo de la propia de quien posee unas destreza, inteligencia y sensibilidad que pertenecen a un espacio muy distinto del que caracteriza buena parte de la producción de los jóvenes, exhibicionista, bronca, arbitraria y ávida. Rómulo Celdrán logra con la misma sencillez con la que se conduce vitalmente un triunfo apoteósico del oficio y ha creado una propuesta personal que contribuye a una sentida reflexión sobre la naturaleza del arte y su ilusión.

Rómulo Celdrán trabaja disciplinada y afanosamente, pero su producción es, aun a pesar de sus largos años de dedicación, escasa. A muchas de sus obras, aunque no le ocupen en exclusiva, les dedica varios meses de trabajo¹. No puede, en su caso, ser de otro modo. Hasta la actualidad ha desarrollado su producción mediante diversos procedimientos técnicos: pintura, dibujo, estampa litográfica (aunque de un modo menos frecuente) y escultura. La actividad primera de Rómulo Celdrán se dirigió a la pintura, en la que ha logrado unos resultados de extraordinario naturalismo en asuntos que pertenecen al género de la naturaleza muerta y que resultan hoy muy poco frecuentes de ver en las ciudades, tales como liebres y conejos muertos sin piel y colgados antes de su preparación como alimento. Realizados entre 1997 y 1998, son aún ejercicios en los que no lograba aportar aún otro contenido que el de la ejecución virtuosa, lo que tal vez justifique su afirmación de que ya no se identifica con ellos.

En el dibujo, Rómulo Celdrán dirige su mirada a un cierto documentalismo del suburbio cuyos contraste y nitidez remiten al espectador (aun a pesar de desconocer el artista entonces este referente) a la memoria de una práctica fotográfica en blanco y negro propia de, por ejemplo, el muy influyente equipo formado por el matrimonio alemán Bernd y Hilla Becher, en su registro de las tipologías arquitectónicas del paisaje industrial contemporáneo. Incluso a una distancia corta, el espectador que sabe que se trata de un dibujo al grafito sobre papel o sobre tabla, y no de una fotografía, no puede sino dudar que sea cierto. Lo hemos comprobado, incluso, entre amigos artistas y sus miradas han sido siempre engañadas. Sobre estas líneas, a modo de ejemplo, se ofrece una muestra de esta serie de obras (Inside I. 2005, lápiz sobre tabla, 125 x 85 cm).

Pero quizá sea en el medio escultórico en el que Rómulo Celdrán ha conseguido sus trabajos más impactantes. Su experiencia y dominio como pintor le sirven para acertar con el cromatismo que imprime a esas esculturas, mientras que el extraordinario despliegue de la duda sobre la  naturaleza material que sufre el espectador cuando admira sus dibujos ha sido logrado, asimismo, en el campo tridimensional. Las esculturas de Rómulo Celdrán están talladas o esculpidas en un único bloque, respectivamente, de madera o de piedra. Éstas presentan dos elementos: un soporte que funciona, en la mayoría de las ocasiones, a modo de pedestal y que explicita la naturaleza del material en el que sustancian (un bloque de piedra, un tronco, etc.) y, en segundo lugar, objetos de la vida cotidiana que son representados con milimétrica literalidad y a tamaño natural. Todas estas obras se titulan precisamente, Objects (Objetos), seguidos de una cifra que cataloga su orden cronológico de realización. El efecto asombroso es el que consigue confundir al espectador que cree ver obras de apropiación material de objetos reales (como ocurre en las prácticas escaparatistas de un Jefff Koons o un Haim Steinbach), cuando en realidad se trata de representaciones cuya casi intolerable repetición, más que pasmo, produce una admiración cómplice y entusiasta, en ocasiones incluso irónica². El lector puede ver ejemplos de ello en la batería de imágenes que acompañan estas letras. Como las latas oxidadas de aceite de motor (Objects IV. 2000, piedra arenisca policromada, 61 x 47 x 68 cm), la bolsa de café o té de este tipo de establecimientos hoy comunes en las ciudades (Objects XXV. 2004, madera de albaricoque policromada, 22 x 21 x 24 cm), o la piel de una naranja (Objects XXVII, madera de olivo policromada, 32 x 32 x 31 cm), una escultura cuya proceso de realización, entre el 4 de abril y el 23 de mayo de 2005, ha sido documentado en un vídeo homónimo realizado por su hermano Agustín.

Rómulo Celdrán rechaza los dogmatismos y se muestra seguro en su certeza de que aquello a lo que se siente llamado como artista es a la búsqueda de la capacidad de desplegar sorpresa en el espectador de sus obras. Sin abandonarse a un mero virtuosismo y sin cejar de buscar nuevas posibilidades técnicas expresivas (ensaya en la actualidad el dibujo con lápiz blanco sobre gesso negro sobre tabla), Rómulo Celdrán ha adquirido una maestría que parecía sepultada por los escombros entre los que este creador acierta a hallar instrumentos de afirmación y de prodigio compañeros.

Julio César Abad Vidal

¹ Una amplia catalogación fotográfica de su obra hasta el presente la puede encontrar el lector en una publicación muy reciente con motivo de su exposición retrospectiva Rómulo Celdrán. Realidad y Magia. Las Palmas de Gran Canaria, Fundación Maphre Guanartame, 2007. No es extensa la bibliografía dedicada a este artista. La única publicación anterior a la citada fue editada por la galería que le representa; Rómulo Celdrán. Las Palmas de Gran Canaria, Galería Manuel Ojeda, 2003.

² Acaso su obra más representativa a este respecto sea Presión I (2005, piedra arenisca policromada, 27 x 40 x 35 cm), asimismo reproducida sobre el presente texto. A simple vista parece una blanca caja de zapatos aplastada por un paralelepípedo de piedra. En realidad, caja y piedra han sido talladas en un mismo bloque. Y es que, a pesar de que la caja se encuentre presionada en esta representación y de la fugaz o duradera ilusión del espectador (en lo que estriba precisamente el contenido irónico de la obra), no habría podido aguantar ésta el peso de la piedra si, en verdad, estuviera confeccionada de cartón.